martes, 26 de junio de 2007

Yo fui un barrabrava

A pesar de que buena parte de los recuerdos "olímpicos" están teñidos -inundados- de Zumuva bicolor, algunas cosas dejaron su marca indeleble en la corteza cerebral...

En 1991 yo todavía vivía con Sodita Berrocal en el "Rancho de las criaturas", y muchas justas se resolvían en el Independiente. Disciplinas varias y más variadas aún las facultades participantes, lo que generaba que el mismo día en la misma tribuna se ubicaran estudiantes/hinchas/barrabravas de distintas orientaciones.

Personalmente recuerdo varios eventos violentos que me tuvieron como protagonista, coprotagonista, actor de reparto y/o extra...

1) Los naranjazos: hubo varias ediciones. Fuimos los culpables en la cancha de futbol, ya que tontamente llevamos naranjas "por si acaso". Y fuimos un poco víctimas en el Independiente. El que suscribe se comió un misil naranja aire-aire que impactó directamente en mi apéndice nasal, que sumado al 2,4 de Zumuva en sangre me provocó un estado de semiinconsciencia. Lo subsané descansando casi dormido en la vereda unos 15 minutos, mientras me secaba la sangre. Alguien me ayudó, pero salgo que ese alguien esté leyendo esto, nunca sabré quién fue.

2) La bosta voladora: epopéyicas batallas de bosta cruzada entre tribunas muy cercanas, que terminaba cuando el partido en curso recuperaba emotividad.

3) El cañazo en la cabeza: este caso es bastante grave, o al menos denotaba una importante falta de sentido común de mi persona. Mientras agitaba una bandera auriné unida a una larga caña de al menos 3.67 metros, identifiqué un tumulto debajo de las gradas. Un económico estaba forcejeando con un cara 'e tecla, y para dispersar al económico se me ocurrió la peregrina idea de "frotarle" la bandera por la cabeza (la caña era larga). Lo cual no sería tan grave, si no... le hubiera pegado con la caña en la cabeza !!! El muchacho -a la sazón un forzudo- hizo el recorrido visual inverso a través del largo del improvisado mástil, me señaló con un dedo amenazante y mientras gritaba "VOS!!" empezó a subir las gradas de a 2 escalones, dejando un surco de gente a su paso. Dos pasos antes de llegar a donde estaba yo, la piedad de Riccillo y el Taby impidió que que volara todos los dientes...

4) El robo -cobarde- de la bandera: he escrito todo esto para finalmente referirme a la bandera que ilustra este post. Bandera que sustraje de un bostero en offside -tribunescamente hablando-, en medio de un tumulto en el que nuevamente Ricillo y el Taby trataban de calmar las aguas.
Algún purista saldrá a decir ahora que esas olimpíadas se suspendieron por culpa de ese incidente (esa versión circuló entre Laxalt, Lavallén, Roig y Gómez), pero la verdad es que a la hora de las trifulcas, nosotros no estuvimos ni cerca.



Hoy, que lamentamos otra baja producto de la violencia del futbol, quise decir que yo también fui un barrabrava.

Y lo lamento.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente post y sesuda reflexión. Podría decirse que sólo se podría haber hecho ahora, a la distancia, y en una condición más madura, pero sin embargo recuerdo que el arrepentimiento por la provocación hecha al tirar naranjazos, fue muy cercana al final de ese episodio. Si tardé en aceptar que también hubo premeditación de nuestra parte: hicimos el trayecto de la plaza a la cancha con un objetivo claro, aunque regado de cierta inocencia, la misma premeditación que tanto critiqué en el, para mí, hecho desencadenante de la suspensión, que fue el que hayan tirado papas podridas que fueron preparadas con el suficiente tiempo y, tal vez, con menos inocencia.
Que difícil es reconocerse pensando que alguien, por haber elegido otra carrera, era merecedora de algún proyectil. Pero fue así y la lección está aprendida. Quedan los recuerdos lindos del hincha "activo", en primera fila, inventando canciones con el "Pelo" Graziani, dándole sin asco al redoblante, aguantando los trapos, o arengando a la tribuna.

Fernández Punto Pe dijo...

La liturgia de la hinchada vale por sí sola un post (o varios) más. El 99.9 % de las historias que recordamos de nuestro paso por la 12 de Exactas son positivas. Y probablemente si ahora tuviésemos otra vez 20 años volveríamos tirar naranjas. Pero el simple hecho de ser personas que estamos "dentro del sistema", facilitó que entendiéramos que algunas cosas no se debían hacer. No fuimos Di Zeo, fuimos pendejos. Es lindo -le parece a Mauro- recordarlo ahora y tener la paz de que no haya pasado nada grave.

OSCARCITO dijo...

A si si, sos, sin dudas, el MR que más se ha destacado...
Felicitaciones Mauro.

Fernández Punto Pe dijo...

Gracias Oscarcito. Sinceramente disfruto recordando lo que vivimos en esos 7/8/9 años. Mandar un post, comentar algo, leer los mails, son como pastillitas de alegría.

Marcelo © dijo...

Tarde, pero igualmente conmovido por el recuerdo de esas imborrables andadas, traigo mi comentario.
Quizá el hecho de ser participante "activo" de algunas de las contiendas deportivas mencionadas, me de el derecho de opinar con una pseudo-objetividad que aún pongo en duda. El espectáculo de la hinchada alentando, arengando e inclusive trenzada en feroces intercambios de proyectiles, fué siempre una fuente de inspiración para los deportistas que observaban desde el campo del honor. Sin dudas, la "violencia" de dichas contiendas no es siquiera comparable a las que pueden observarse hoy día en cualquier noticiero, pero sin embargo vale el mea culpa ante las situaciones que tal vez hayan generado un ojo negro (propio o ajeno). La participación activa en la popular aurinegra, me da la visión del hincha, de la pasión nacida del propio corazón, que no entiende de razones sino que busca la victoria para los colores de su amor.
Amigos: gracias por el recuerdo, voy a buscar las camisetas aurinegras y la remera de los Byte Boys.